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a gestión ambiental, al igual que la restauración ecológica, es un concepto que se ha ido imponiendo a medida que el hombre tendió a la sobreexplotación y degradación de su entorno natural, aunque desde una perspectiva no disciplinar ya se viene aplicando desde que el ser humano comenzó a gestionar los suelos en busca de una mayor rentabilidad de alimentos.

El objetivo de la gestión ambiental

Básicamente, la gestión ambiental trata de las acciones de utilización, aprovechamiento y conservación eficaz y racional del ambiente natural y sus recursos. Para que esta gestión cumpla con el objetivo de la eficiencia es preciso tener presente los conceptos de materia y energía, de manera que el aprovechamiento de los recursos sea rentable pero sostenible.

Actividades como la ordenación forestal, industria, caza, pesca, e incluso la conservación de especies amenazadas de extinción o la forma de procesar los residuos desde los propios hogares, se incluyen y relacionan directamente con la gestión ambiental.

La gestión ambiental trata de las acciones de utilización, aprovechamiento y conservación eficaz y racional del ambiente natural y sus recursos

En la actualidad este concepto adquirió un carácter más bien conservacionista, es decir, relativo a las actividades tendentes a preservar el entorno natural de la degradación y presión que le imprime el ser humano.

La ordenación territorial

Dado que la gestión ambiental tiene, como se ha dicho, una relación directa con las actividades humanas causantes de los daños al medio ambiente, motivados por la degradación o explotación excesiva de los recursos, es preciso por ello proceder a una ordenación territorial y análisis de los usos productivos de que pueden ser objeto los suelos.

La ordenación territorial pretende adecuar los suelos a un uso acorde con sus recursos y características

Dependiendo de las características de los suelos y los recursos que contienen se podrán dedicar a determinados usos, siempre basados en el aprovechamiento ordenado, racional y con criterios de conservación, donde los conceptos de economicidad y productividad son dependientes de la propia gestión ambiental. Por ejemplo, pueden dedicarse a labores agrícolas, explotación de minerales, zonas residenciales, terreno industrial, o espacio natural reservado a la contemplación y diversión humana; todo ello en función de las potencialidades de cultivo del suelo, de sus yacimientos aprovechables, del clima del lugar y recursos hídricos para asentamientos humanos, o de sus características pintorescas o con altos valores en lo que a naturaleza salvaje se refiere. Tras la ordenación territorial se procede a la gestión de uso de cada parte, es decir, a la explotación y aprovechamiento del suelo según los criterios y estrategias definidos en el plan de gestión ambiental que se haya establecido.

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